Realminirrelato
La institución cumplía cincuenta años y el acto
se suponía solemne. Fueron sucediéndose los discursos, unos más oscuros que
otros, hasta que le llegó el turno a ELLA, que debía agradecer, en nombre de
todos los que acababan de ser investidos, la gracia de la investidura. ELLA es muy
suya, así que, saltándose toda cortesía, aprovechó la ocasión para exponer
indecorosamente su currículo y hablar de sus cosas, de su chiringuito. No me
quedé a los aplausos por no vomitar allí mismo, pero me han contado que fueron
encendidos. Los recogió la prensa.
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