Acabo de leer su anterior entrega, Diario del hombre pálido, segunda de la «trilogía sobre la enfermedad». Tengo pendiente leer la primera, La línea Plimsoll. La presentación es en La Central, la librería que acaba de abrir en Callao, un enorme cuarto de estar en el que sentirse a gusto revolviendo antes de pasar por caja.
Piel roja, como la anterior entrega, es un «por ejemplo» de lo que el autor expone en un artículo reciente sobre cómo concibe la relación entre enfermedad y literatura (recomiendo leerlo):
http://www.unav.es/nuestrotiempo/firmas/literatura-y-enfermedad
Resumo mis impresiones le lector: una mirada compasiva en la que pueden convivir el humor distanciador y la introspección reveladora de las limitaciones personales del enfermo; una mirada compasiva también para contemplar a los otros enfermos, incluso a alguno más mezquino que los demás (advierto de que el adjetivo es mío); excursos breves que aparecen sabiamente soldados al cuerpo principal del relato, como demostración de que el narrador-autor tiene otra vida fuera de su dependencia, que esta es circunstancial, que quiere contar otras cosas (la tarde de la presentación lo prometió); y una expresión narrativa contenida, donde no tiene cabida el expresionismo feroz que me alejó del género. La estructura en forma de diario invita al lector a adoptar la actitud de quien está descubriendo el secreto de otro. Narración excelente, en suma.
Ya no leo narrativa contemporánea si no es por recomendación; así que gracias, Jardinero, por haberme descubierto a Gracia Armendáriz.
Nota al
margen.- De ahora en adelante, en mis próximas estancias hospitalarias como
enfermo o acompañante, procuraré mirar de otra manera aunque no prometo nada. He
pasado por malas experiencias.
(Hizo la foto El Jardinero.)
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