martes, 26 de octubre de 2010

Carta abierta a Rosa Díez

Querida Rosa:
He leído en tu blog el relato de lo acontecido en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid el otro día, cuando fuiste invitada a dar allí una conferencia. Tu relato, que no podrá ser desmentido porque hubo testigos, me ahorra adjetivos y me permite quedarme en la reflexión. Lo de niñatos, hijos de papá, alevines de naziprogre, kaóticos de pacotilla y otras exhibiciones verbales me lo reservo hasta que llegue a alcalde de Valladolid o de cualquier otra plaza fuerte, que ya voy viendo yo que a este paso no me va a llegar, una lástima.
Ya habrás visto, Rosa, cómo está el panorama de la Universidad después de que la tan ansiada Ley de Autonomía Universitaria se instaurara, un putiferio, vaya: decanos que son rehenes de sus votantes, profesores que dependen de la opinión de sus alumnos para seguir en los departamentos dando sus horitas de docencia, empleados de administración y servicios que aspiran a dejar de serlo cuanto antes para zurrar la badana a quienes ahora se la están zurrando a ellos, estudiantes que confunden la libertad de expresión con el insulto… En fin, Rosa, un cachondeo. Los que hemos estado dentro en los últimos años hemos visto de todo. Está por escribirse la novela de la universidad pública de hoy, como Payno escribió hace más de medio siglo la de entonces en El curso, una obra de adolescencia, mala como era de esperar, pero convertida con los años en documento de época. No necesito decirte que has sido víctima de la acción de una minoría “cualificada”, que hay otra mucha gente allí a la que le repugna la violencia verbal, la falta de educación y el secuestro de la democracia.


Cuando estuviste en Ávila paseando por sus calles, te enseñé la inscripción oxidada sobre la peana de un ventanal del Palacio de los Dávila. Te llamó la atención el refrán antiguo que después acabó aprovechando Cervantes: Donde una puerta se cierra otra se abre; y pediste hacerte una foto allí. Paso por la plazuela de La Fruta, como seguimos llamando en Ávila a ese lugar, casi a diario y me aplico el refrán cada vez que algo no me sale.
Haces bien en proclamar al final de tu artículo: Batalla ganada. La resistencia es la única forma de vencer y convencer que nos queda honradamente a quienes hemos renunciado al insulto y a dar voces. Lo que los demás entienden como victoria es otro asunto que a mí, la verdad, me interesa más bien poco mientras la cosa del voto siga como ahora está.
Ven otro día.

1 comentarios:

A. Elisa Lattke Valencia dijo...

¡Hola Jesús!

Estas cosas que pasan ya sabes que siempre fueron y han pasado desgraciadamente, porque aún la España del s. XXI no responde al diálogo democrático con verdaderos argumentos de este tiempo. Parece que sólo le queda lo insano o vulgar como recurso para demostrar lo poco o nada que estos jóvenes energúmenos tienen en sus cerebros. Sorprende este resultado, quizá de nietos o hijos de los que no nos gobiernan ahora. Precisamente, donde menos se piensa que estas cosas se puedan dar.

Creo que todo esfuerzo democrático que nos espera con los que tomarán el testigo, para una óptima convivencia futura entre diferentes tendencias políticas, será más de lo mismo y por lo tanto inútil. Debe ser terrible una experiencia así para un político sensato estar en medio de una jauría. ¿Es esta nuestra clase universitaria, la que posiblemente aspire en un futuro gobernar esta nación?

Cordialmente. Australia Elisa.

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