Comida de reyes
Hay días en que el desconcierto te invade y no sabes bien cómo asimilar la carga miserable de contrastes que aportan las noticias.
Puerto Príncipe, capital del círculo más profundo del infierno. Se oyen tiros en la noche. Los cadáveres se alinean a los lados de la calle. La gente desesperada quiere cruzar la frontera, pero la policía dominicana se lo impide. No hay nada, ni agua, ni suero para los heridos, ni bolsas para los muertos, ni una sola palabra de consuelo. Los noticiarios de televisión han programado un bucle de imágenes del horror que van perdiendo efectividad conmovedora a medida que se proyectan una, dos, tres, cien veces. Cien mil haitianos pueden haber muerto. Cientos de miles cargarán durante toda su vida con el peso de la tragedia.
Parador de Ávila, a la misma hora. Los entrantes con miniatura de patatas revolconas, lascas de jamón y espárragos de Lanzahíta son un acierto. El cardo y las alcachofas combinan con los garbanzos de La Moraña magistralmente. El petit chuletón y el lenguado están pidiendo a gritos un buen Ribera y un verdejo fresco. Un menú regio para una comida de trabajo.
Mientras veo y leo las noticias esta mañana, entre horrorizado e incrédulo, me viene el eco de la oda de Fray Luis:
A mí una poblecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta...
Por lo demás, todo en orden: Haití volverá a ser en poco tiempo el país más pobre de América y el Lienzo Norte seguirá siendo el complejo arquitéctonico e institucional "emblemático" que ya es.
1 comentarios:
La verdad es que esperaba un poco de pudor de Sus Majestades. Pero ya sabesmos: Haití es ese país que está allá, cerca de República Dominicana o Panamá, no se sabe bien... Y mientras no tiemble la tierra en el Lienzo Norte, bueno..., allá ellos. Dirán.
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