Mujer trabajadora
Un cóctel con dos partes de feminismo rampante, una parte de política de igualdad, otra de militancia progre y unas gotas, apenas tres o cuatro, de sindicalismo es lo que se nos ofrece estos días, vísperas de la fiesta del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer (Trabajadora). Lo de prescindir del calificativo es como decir "ni trabajadora ni ..., la mujer y ya". Pues vale, menudas están, como para oponerse.
Siempre me pasa igual, que me invade el escepticismo cuando llega la fecha. Seguramente se debe a que toda la vida la he pasado rodeado de mujeres trabajadoras, algunas de las cuales han sido mis jefas. Mi relación con ellas ha sido natural, tan natural como si se hubiera tratado de hombres. Cuando alguna jefa salió pedorra e hijaputa, procuré machacarla, pero no más de lo que hubiera hecho con un jefe. Y cuando me tocó descubrirme ante otras, lo hice. Desde antes de tener uso de razón, he visto cada mañana salir a mi madre "a la oficina", como ella decía. Luego iba a buscarla a Hacienda y ella aprovechaba para mandarme a algún recado. He visto a mi padre ir a la compra, cocinar, limpiar, lo que entonces no se llamaba "compartir" aunque lo fuera. Así que a estas alturas, me cuesta mucho ponerme en el plan de admirar el papel de la mujer en la sociedad, reivindicar los derechos femeninos y reconocer que los hombre somos casi todos unos canallas. Menos solemnidad y más sencillez en palabras y actitudes nos vendrían que ni pintadas.
1 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo. Si continuáramos por el camino de "glorificar" a la mujer, deberíamos pensar que los hombres solo sirven para la procreación, es decir, una indignidad en medio de tanta gloria femenina (decir feminista no sería lo mismo). En fin, que tanta igualdad solo sirve para menospreciar y caer en desigualdades.
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