Serrat y Hernández, sociedad limitada
Madrid, 1972. El Seiscientos no contaba en su equipamiento espartano con autorradio, así que me las arreglaba con un "transistor" y una antena improvisada que captaba lo más perenterio y de aquella manera. No recuerdo qué hacía yo aquella tarde por la Ciudad Universitaria, seguramente volvía de la facultad, de alguna gestión del doctorado. A la altura de Cardenal Cisneros comienza a sonar una música que oigo por primera vez. Es emocionante: conozco la letra, me la sé de memoria, pero ¿qué hace Serrat cantando esta letra? Aparco (entonces se podía aparcar) bajo los árboles de la glorieta y me dejo llevar por el sentimiento de desamparo que provocan en mí las Nanas de la cebolla de Miguel Hernández. Desde aquel día, en mis clases, cuando he tenido que explicar al poeta, siempre he elegido que los estudiantes se aproximaran al poema a través de Serrat.
Ávila, 2010, Lienzo Norte. (¡Dios, han pasado casi cuarenta años!) Algo más de media entrada. Este público no es el mismo que el del concierto recopilatorio del año pasado o, al menos, faltan muchos de los que llenaron la sala aquella tarde. Serrat ha vuelto sobre Miguel Hernández con nuevas canciones. Mi memoria musical, que es demasiado, me traiciona una vez más y no me deja disfrutar del concierto: me he quedado anclado en aquella otra voz (El niño yuntero, Para la libertad, Elegía), tan fuerte y directa. Ahora también suenan estas canciones, y otras, pero la orquesta se come a veces los trémolos excesivos del cantante y la voz se pierde entre los instrumentos. Estas Nanas ya no me emocionan si no es por el recuerdo de aquellas y Para la libertad hoy no es el himno generoso de un poeta-soldado que entrega cuanto tiene, la juventud, en defensa de su ideal; sino la canción secuestrada por un público que se aprovecha de esta poesía y de la que se le ponga a mano para sentirse "partidario". Aplaudo, aunque el aplauso no lleve el entusiasmo que el concierto ha despertado en el público. Es el aplauso al reconocimiento del artista por lo bien que componía y cantaba, y al recuerdo de aquella emoción de juventud.
3 comentarios:
es asombroso como el mismo compositor que deslumbro en el 72, ( inexperto y sin apenas conocimientos musicales ) 38 años despues musica los poemas de forma infumable aburrida pretenciosa y muerta .
uno llega a pensar que en el 86 falleció el " negro negro " que le hacia las canciones o por lo menos las melodias.
A partir de ese año las canciones de serrat son prescindibles más proximas a lo basuriento que a la excelencia.
tienes razon jesus, a serrat hay que aplaudirle por lo que fué , el serrat de hoy, como artísta es inane, y como " intelectual comprometido" es una mezcla de marujita diaz y chiquito de la calzada.
Por cierto la melodia de nanas de la cebolla no es de serrat, la compuso alberto cortez a finales de los sesenta.
En parte daros a ambos 2 la razón...en parte. Verdad es q Serrat ya no es lo q era... ¿quien lo es?...Cierto q con la experiencia deberían haber mejorado al menos sus melodías e interpretaciones tanto como su puesata en escena, q no su voz...eso con la edad es casi imposible. Pero también es verdad q si Serrat u otros cantautores acercan la poesia a los q nunca leyeron un libro de poemas, bienvenidos sean conciertos como el del pasado viernes y otros parecidos...
Y aprovecho para hacer notar; ya q de un acto cultural se tratan, este tipo de eventos, podían y deberían estar subencionados por cultura para q todos los que quisieran disfrutar de la música o/y de la poesia tuvieran la posibilidad de hacerlo...Pues si no, la impresión q da es q estos "viejos cantautores" q siempre cantaron a la injusticia, a las clases marginales...hacen sus conciertos justamente para "los otros" ...Bueno, es mi opinión...Estos actos deberian ser másfrecuentes y más accesibles para todo el q quisiera disfrutarlos.
Por cierto; nunca me gustó la nana de la cebolla...otras muchas canciones de este cantautor, sí. Pero ésta en concreto...no me llega...cuestión de gustos...
La poesía se lee -y hay que leerla- como poesía. La literatura es un arte, como la música y el cine. A ver si para leer a Tennessee Williams o a Cervantes hay que ver primero una película.
Poner música a unos poemas está bien, pero hay que recordar el refrán: segundas partes nunca fueron buenas. Los artistas, como los deportistas, deberían saber retirarse a tiempo. Eso es lo que los hace verdaderamente eternos a ellos y a sus obras. A menos que se tenga la suerte de morir joven.
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