lunes, 11 de julio de 2011

Teoría de Pradosegar 4 / Hace un siglo


Una foto de hace casi un siglo me conduce a buscar los nombres de quienes posaron para el fotógrafo con ocasión de una boda en Pradosegar. ¿Quién es este?, como preguntaba EL PADRE en El tragaluz de Buero, solo que yo no los recorto para tratar de darles vida aunque comparta con el personaje algo de su sentimiento existencial. Pregunto a los más viejos, con la ayuda de Antonio, pero muchos de los fotografiados no son ya ni un recuerdo, seguramente porque no he dado con la pista adecuada o porque sus descendientes no viven en el pueblo, vaya usted a saber. Un grupo de niños en la primera fila, “a ver, los muchachos delante y estarse quietos sin enredar”, manda el fotógrafo; entre ellos Felipa, la que por los años 50 se fue a vivir a Reus con su marido Baldomero. En segunda fila los novios y los anfitriones, “se sienten en los bancos”, manda el fotógrafo; ¿el novio con corbata y ella repeinada con su raya bien dibujada son familiares de Alfonso Vaquero?. “A ver, las mozas y las mujeres de pie detrás de la familia de los novios, juntarse un poco para que salgan todas”, manda el fotógrafo; ahí están las hijas de don Mariano El Capitán: Paquita la novia de Jesús, Isabel, Amparo y Honoria la maestra; y también Juliana. “Los hombres”, manda el fotógrafo, “juntarse también subidos a las sillas”: Eladio, Narciso, Bernabé, Pedro; con un niño en brazos al que han cortado el pelo a tazón, Eleuterio, el que después fue alcalde, que lo mataron en la guerra cerca del pantano de El Burguillo; y Valeriano y Sabas. “Ahora todos quietos hasta que yo diga tres, no estén tan serios que esto no es un funeral… Uno, dos y tres, ya está”. ¿Quién es este señor de la izquierda con bufanda, corbata y cadena de reloj sobre la panza, que parece autoridad o ricachón? ¿Y la mujer en la fila de los hombres con el niño envuelto en el manteo es Andrea?
Cada personaje de esta foto es una historia: de esfuerzo para sacar adelante a la familia, de destajos abrasadores, de emigración, de miedo por no saber si el hermano o el novio volverá del frente o saldrá vivo de la cárcel, de niños que sueñan con ser labradores como sus padres y niñas que quieren ser sus novias y más tarde sus amas. Juntos todos, son más que vecinos o familiares. Se ayudan en las matanzas y en la construcción del pajar, abren el barranco en el cementario para dar sepultura al abuelo, van los domingos a buscar al cura a Villatoro si ha nevado, cortan los ramos en la sierra al final del verano, se dan turnos para el riego aunque a veces se crucen palabras airadas, esperan con impaciencia la fiesta de san Roque, se ennovian, se casan, tienen muchos hijos en previsión de los que se llevarán la disentería o las fiebres. Son, en fin, más que vecinos casi un clan.
Así eran.

1 comentarios:

jmrwinthuysen dijo...

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