Incorrectos insurrectos. (I) Hablando en plata
Con esta nueva etiqueta de INCORRECTOS INSURRECTOS
me propongo ir escribiendo mi testamento político-ideológico (ahí es nada), seguro de que no le importará a
nadie; pero también convencido de que, si ahora no escribo sobre todo lo que
me importa / no me importa, no descansaré en paz en el círculo del infierno (el
Sexto) que el Dante ha reservado en su Commedia para que podamos reunirnos los
herejes.
Hoy la insurgencia va por el tabú lingüístico. Reivindico
el uso de palabras como “maricón” y sus derivados “mariquita”, “mariconazo” (tan
entrañable en su matiz cariñoso), “mariconzón” (que tanto le gustaba a Fidel);
“ puta “ (putón verbenero) , “tortillera”, “solterón -a”, “negro
-a”. Para qué seguir…
A propósito de “negro”: he asistido hace unos días a
la presentación y proyección en Casa de América del documental Gente
de pelo duro, de Toni Romero y Fátima Osia, negros los dos. Fue una sesión rica en sugerencias, no solo por la
excelencia del documental, sino por la
naturalidad con que el público y los participantes en el coloquio se
enfrentaban al término “negro, -a”, sin buscar ridículos subterfugios
eufemísticos ni atajos; y menos, una excusa para justificar insultos racistas contra quienes somos más o
menos “blanquitos peste a leche”.
Exijo no ser contemplado como troglodita y viejuno
cuando afirme que el mejor título para la obra de Fernando de Rojas es la que
encabeza la edición de Alcalá de Henares (1569): Libro de Calisto y Melibea y de la puta vieja Celestina; o que El maricón de la tía Gila, de Francisco
de Goya, es más que “una obra sobre la diferencia”, como se la ha calificado no
hace mucho para convertirla en aceptable en estos tiempos de obscena
pacatería; o que Pilar Millán Astray, hermana del fundador de la Legión y de
Radio Nacional de España (se lo juro), me hizo reír en su día con una obrita
que llevaba por título el incorrecto de La
tonta del bote, interpretada en el cine (1970) por María de los Ángeles López Segovia (más
conocida como Lina Morgan, la cómica más tonta de todas las tontas); o que La solterona me parece una buena
traducción para The old maid (The fifties) de Edith
Wharton.
Cocina en miniatura, micromachismo, heteropatriarcado,
técnico en eliminación de residuos sólidos, alumnxs, catalanas y catalanes… ¡mandangas! Todo este lenguaje impostado solo
sirve para que algunos y muchas adquieran en los medios la relevancia que nunca
habrían obtenido con su cuota de mediocridad, más algún que otro sueldo
suculento.
Pero ¡cuidado!, esta
reivindicación no impide que proclame mi respeto por todos los hombres y mujeres
que están siendo marcados con el hierro
amable del eufemismo por los mayorales
de lo políticamente correcto; siempre que no se dediquen a levantar la bandera
de la diferencia en beneficio propio o de sus padrinos o madrinas. Que
banderas, ya sobran.
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