domingo, 20 de diciembre de 2009

Coaching en Arenas

Hace una semana nos llevaron al castillo de Arenas a hacer coaching. Como no me enteré muy bien de lo que hice, he tenido que buscarlo en la Wikipedia. Os ahorro la teoría (miradlo allí). Prefiero ir a la práctica directamente. Apareció el coach, algo así como el entrenador. Era un hombrecito gris de terracota que se sentó en una esquina de la mesa con las piernecitas colgando y las manos arropadas debajo de los muslos, como un profesor de educación para la ciudadanía que se dispusiera a explicar uno de esos temas trascendentes que solo ellos dominan. Como tenía poco tiempo, eludió la teoría (ahora entenderéis por qué he tenido que acudir a las fuentes del saber) y fue al grano: "¿Podríais decirme por qué estáis aquí?, a ver quién se anima?". No tardaron en levantar la mano algunos coachees para cantar la gallina. Una coachee se despachó contando indignada lo mal que iba su empresa por culpa del gobierno, y eso al hombrecito de terracota no le gustó un pelo. Se veía que no quería líos, así que la despachó con una larga cambiada y se centró en escuchar con fruición otros testimonios o "couchinadas" más inocentes e intimistas. Gardenlord, que estaba a mi izquierda, me sopló: "Se ve que prefiere los corderitos neuróticos". El virus tardó apenas unos segundos en instalarse en mi disco duro, lo infectó en toda su extensión y me sentí invadido por un ataque de risa boba, de esos que te hacen meterte debajo de la mesa. Mi jovencísima amiga la Fotógrafa, que estuvo toda la jornada disparándole a cualquiera que se moviera, se contagió con sus risitas de ardilla feliz y reforzó mi descontrol, mientras la Flaca hacía lo que podía para no sucumbir a la epidemia. Mientras, el muy cabrón de Gardenlord ponía cara de palo, dándoselas de inocente ante los numerosos coachees que comenzaban a impacientarse y nos miraban con curiosidad. No nos echaron de aquel castillo de milagro.
Así que recomiendo asistir a una sesión de coaching. A ver si tenéis tanta suerte como yo. En estos tiempos de crisis de valores (de bolsa y de los otros), puede serviros para ver la vida de otro color distinto del gris total que exhibía mi coach de terracota.

1 comentarios:

jmrwinthuysen dijo...

Pues a mí (que también presencié el show)me parece que en estos tiempos de paro es un ejemplo meritorio el coraje escénico del hombrecito de gris (maqueado de mimo postexistencialista ambicioso, que no quiere actuar en la calle sino bajo techo)lanzado a dirigir sesiones de formación sin dar más dato o concepto que su nombre y primer apellido (socratismo del XXI). En resumen: un genio que encantará a los políticos (lo reconocerán como a uno de los suyos).
J.

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