domingo, 14 de febrero de 2010

Judías de El Barco

Leo en el Diario que se celebran en el Parador unas jornadas gastronómicas para promocionar las judías de El Barco. Ocho variedades culinarias, con tres posibilidadades: probar las ocho en minirración, degustar tres en ración o zamparse un plato único. Era viernes, lo recuerdo. ¿Quieres que nos acerquemos? ¿Pues sí? Y allá que nos vamos, Vallespín abajo, por medio de la calle, hechos un lío y tramando otras opciones, como que el uno pida las ocho minis y el otro las tres raciones y combinar cuatro con una y media, o un plato y las ocho minis, o dos más uno. Por Marcam ya se nos ha nublado la vista. Entramos y nos dirigimos al comedor, allí no hay un alma. Nos encontramos con un amigo periodista que nos guía, "es arriba, yo os acompaño" y nos deja a la puerta de un salón repleto en el que unos y otros conversan educadamente, todos de pie, mientras degustan platillos que adivinamos deliciosos. Me fijo bien y reparo en que son "los de siempre" (que me perdone Eduardo Cabezas, ha sido sin querer) los que conversan: munícipes, agentes sociales, diputados, periodistas, delegados y subdelegados, consejeros y, cómo no, el presidente... Miro a ver si hay alguno de Nissan con el pañuelo al cuello, pero nada. Pronto reparo en que aquello es una invitación en toda regla, aunque el Diario no decía nada AL RESPECTO. Mientras proceso la información de lo que veo, un camarero ya nos ha echado el ojo y se ve que no le hemos gustado porque le huele a él que no somos de "los de siempre" (disculpa otra vez, Eduardo). Alguno de los invitados me mira con asombro, como pensando ¿qué lo habrán nombrado? No me ubican.
Corremos escaleras abajo como intrusos que han sido descubiertos, dejamos a los de siempre degustando, probando o zampando, a voluntad, conversando al fin, y nos vamos a Palomar a tomar unas tapas con los que han hecho compra a última hora en El Chico o La Blanquita. Me ha quedado un mal sabor de boca, la verdad, no de Palomar, del Parador. Estoy pensando en hacerme agente social por lo menos.

3 comentarios:

jmrwinthuysen dijo...

Ese chasco es un muy justo castigo por tragarte lo escrito en el Diario, que ya es tragantona.
¿De verdad te mostraron la salida con la mirada o es que se te pasó el apetito al ver la tropa de engullidores?
Que conste que las judías del Barco pueden estar muy buenas. Estoy por decir (para más escarmentarte) que como las de Tolosa que, junto a un txangurro al horno, compartíamos Mónica y yo (de nuestro bolsillo) en ese preciso momento.
Juan

Andrín dijo...

¿Dónde dmeonios se comen unas buenas judías de Tolosa y un txangurro en Ávila, a ver? Que estoy harto de menús turísticos y lindezas castellanas.

jmrwinthuysen dijo...

Lo siento, pero en Ávila, nada de lo dicho encontrarás. Nos habíamos largado a Madrid, donde ofrecen alubias negras, txangurro y cine en versión original que alivia un poco las murrias del páramo encastillado.
Juan

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