Perro abandonado
La Comunidad de Castilla y León es la que más accidentes registra por los perros abandonados. Los animales de compañía provocaron en la región más de 600 siniestros de tráfico (El Mundo. 20-II-2010)
Fox era un bastardillo, cincuenta de bretón y la otra mitad ni se sabe. Se lo llevaron a la niña por Reyes cuando no era más que un cachorro de teta. "¡Mira, cómo chupa del biberón, qué rico!". La niña dejó de momento los viejos peluches y prohijó a Fox, que no se bajaba un momento de sus piernas. Al padre se le caía la baba viándola jugar con aquel sucedáneo de bebé, como si soñara ya con su lejano aunque inexorable papel de abuelo. Pero a la madre se la llevaban los demonios: orines en la alfombra del salón, vómitos en cualquier rincón porque cuando fue creciendo se comía hasta los envases del yogur, pelos, muchos pelos por toda la casa. Por las noches, en la cama, la madre le armaba la bronca al marido: "Claro, como tú no eres quien limpia... Hay que ver lo egoístas que podéis ser los hombres". Aún no hacía un año que Fox había entrado en la familia y ya se había convertido en la principal fuente de conflictos, si omitimos el asunto de las notas y la hora de vuelta de la niña los viernes. "Porque esa es otra, ¿cómo va a estudiar la niña si está todo el santo día con la mierda del perro en brazos?". Aquel fue el argumento definitivo. Una tarde que la niña no estaba en casa porque tocaba ballet, el padre cogió el coche: "Sube, Fox, que nos vamos". El perro no podía creérselo, ¡al campo con el amo, a devolver los palos que le arrojaran, a husmear en cualquier hura, a marcar el territorio a su antojo!
Lo demás es una historia repugnante. Fox caminando ansioso por la cuneta, sin comprender ya el mundo. Fox estremecido por el claxon de los camiones, que le avisan de que aquel no es sitio para correr. Fox buscando a su amo y soñando con el regazo de la niña. La historia termina con un muerto, Fox, y un abollón delantero.
El conductor contará mañana en la oficina: "Ha habido suerte. Podía haberme matado".
El padre le colocará a la niña una milonga.
La niña no aprobará ni con perro ni sin perro.
La madre seguirá teniéndolo todo muy limpio y ordenado.
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