Algo pequeñito
Todo se volvió pequeñito cuando entonces, nieta. En tres o cuatro años desaparecieron las inmobiliarias y la gente joven se iba a vivir a pisos pequeñitos, unos con otros, todos revueltos. Los sueldos eran pequeñitos y había que estirarlos, estirarlos, hasta que no daban más de sí. Y las pensiones se quedaban pequeñitas de tanto encogerlas.
Pero, abuelo, de cuándo me estás hablando, que yo no me acuerdo.
Yo tampoco me acuerdo casi, nieta. Tú aún no habías nacido.
Siempre me hablas de la prehistoria, abuelo.
El caso es que, como te contaba el otro día, los políticos tuvieron que hacer de tripas corazón...
¡Qué asco, abuelo, no empieces con la casquería...!
De tripas corazón, nieta. Cómo no había dinero para pagarles el sueldo más complementos más dietas más viajes, tuvieron que volver a sus oficios de origen. Y era un gozo ver a este amasando de madrugada el pan , el otro explicando la raíz cuadrada en la pizarra, aquella despachando en la droguería y aquel otro cepillando los caballos de su mujer.
Serán los cabellos, abuelo.
No, nieta, los caballos, que sé muy bien lo que me digo. Hubo muchos que tuvieron que inscribirse en las listas del paro porque no tenían oficio ni beneficio, y nunca mejor dicho.
Y qué más, abuelo.
Pues que los del cine se enfandaron con el gobierno, porque les habían rebajado las subvenciones y se las habían dejado pequeñitas. Decían que con medio millón ya no podían hacer aquellas películas de hondo interés humano, de cocina y cuarto de estar, que luego ponían en la tele para que las vieran las tietas y los amigos. Con tan poco, no les daba ni para los cafés. Mira, ahí si te digo que salimos ganando todos, porque volvieron a poner las pelis de Estrellita Castro y Alfredo Landa, que ya nadie se acordaba de ellas.
¿Y qué cantabais cuando la crisis aquella?
Pues algo pequeñito, nieta.
Abuelo, deja ya lo del pequeñito, no seas pesado.
¡Que sí, nieta, escucha! Es que aquel año, para ponernos a tono con la realidad, llevaron al festival de Eurovisión...
¿Al festival de qué?
Mira, nieta, yo no puedo explicártelo todo a la vez... Llevaron al festival de Eurovisión una canción pegadiza que decía: "Algo pequeñito... guoo, guoo, guoooo"...
¡Qué horror, abuelo! No sigas, por favor.
Que la cantaba un chico con pelambrera y cara de arcángel expulsado.
¿Y ganó con esa letra, abuelo?
Pues no me acuerdo, nieta. Recuérdame que otro día te hable del iPad.
El iPad, ¿qué era el iPad?
Otro chisme pequeñito.
Pero, abuelo, de cuándo me estás hablando, que yo no me acuerdo.
Yo tampoco me acuerdo casi, nieta. Tú aún no habías nacido.
Siempre me hablas de la prehistoria, abuelo.
El caso es que, como te contaba el otro día, los políticos tuvieron que hacer de tripas corazón...
¡Qué asco, abuelo, no empieces con la casquería...!
De tripas corazón, nieta. Cómo no había dinero para pagarles el sueldo más complementos más dietas más viajes, tuvieron que volver a sus oficios de origen. Y era un gozo ver a este amasando de madrugada el pan , el otro explicando la raíz cuadrada en la pizarra, aquella despachando en la droguería y aquel otro cepillando los caballos de su mujer.
Serán los cabellos, abuelo.
No, nieta, los caballos, que sé muy bien lo que me digo. Hubo muchos que tuvieron que inscribirse en las listas del paro porque no tenían oficio ni beneficio, y nunca mejor dicho.
Y qué más, abuelo.
Pues que los del cine se enfandaron con el gobierno, porque les habían rebajado las subvenciones y se las habían dejado pequeñitas. Decían que con medio millón ya no podían hacer aquellas películas de hondo interés humano, de cocina y cuarto de estar, que luego ponían en la tele para que las vieran las tietas y los amigos. Con tan poco, no les daba ni para los cafés. Mira, ahí si te digo que salimos ganando todos, porque volvieron a poner las pelis de Estrellita Castro y Alfredo Landa, que ya nadie se acordaba de ellas.
¿Y qué cantabais cuando la crisis aquella?
Pues algo pequeñito, nieta.
Abuelo, deja ya lo del pequeñito, no seas pesado.
¡Que sí, nieta, escucha! Es que aquel año, para ponernos a tono con la realidad, llevaron al festival de Eurovisión...
¿Al festival de qué?
Mira, nieta, yo no puedo explicártelo todo a la vez... Llevaron al festival de Eurovisión una canción pegadiza que decía: "Algo pequeñito... guoo, guoo, guoooo"...
¡Qué horror, abuelo! No sigas, por favor.
Que la cantaba un chico con pelambrera y cara de arcángel expulsado.
¿Y ganó con esa letra, abuelo?
Pues no me acuerdo, nieta. Recuérdame que otro día te hable del iPad.
El iPad, ¿qué era el iPad?
Otro chisme pequeñito.
2 comentarios:
Y los corazones, ¿también se fueron quedando pequeñitos? ¡Uó, uó, uó!
Mercedes Martín, concejal del PSOE, también se apunta a lo del "contenedor cultural". Se ve que es una frase aprendida que les suena bien.
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