Medidas extraordinarias
Ya no lo recuerdo bien, porque han pasado muchos años, hija. Pero el caso es que nos levantamos aquella mañana con la noticia de que el Boletín Oficial del Estado había publicado un Decreto Ley, creo que fue, de medidas extraordinarias para luchar contra la crisis.
¿Contra que crisis, abuelo?
Una que hubo allá por 2006 ó 2007, y que duró diez años. El "decenio negro", lo llamaron. Tú aún no estabas en este mundo, que si hubieras nacido por entonces, les habrían dado a tus padres tres mil euros de propina. Ya ves, a tus padres, que se gastaban eso y más en cualquier viaje de fin de semana.
¿Tres mil euros o tres mil eurodólares? ¿Euros de esos que tienes en la colección de monedas antiguas?
Sí, de esos, de esos mismos. El caso es que de la noche a la mañana quitaron el ministerio de Igualdad...
¿De igualdad de qué?
Luego te lo explico, que eso es complicado. Quitaron el ministerio, como te decía, y a la ministra le pusieron un despacho en otro ministerio. También quitaron el de Vivienda y el de Cultura.
¿Y no pasó nada?
Sí. Pasó que menguó el tráfico y la factura de la luz. Por lo demás, no se notó apenas.
También cerraron los diecisiete parlamentos que había en las regiones.
¡Diez y siete!
Sí, hija, diecisiete. Aquí mismo había uno, en el que trabajó tu abuela de presidenta. Y el presidente Zapata, no Zapatero, ¡ay, la memoria!, el presidente Zapatero echó a cien asesores que tenía en Moncloa.
¿Por asesorarle mal?
¡Que va, inocente! Todo lo contrario. Porque le estaban diciendo cada mañana lo que debía hacer y él ya estaba harto: "A mí nadie me da lecciones de economía". "Pero es que están cobrando cinco mil euros brutos al mes cada uno, que son más de seis millones al año, Presidente". "Pues que los echen, y así ahorramos y de paso damos ejemplo. Cuéntaselo a la prensa, que nos saquen en portada".
¿Y qué más pasó?
Pues pasó que muchos españoles tuvieron que emigrar a Ecuador, a Colombia, a Marruecos y a Rumanía para poder ganarse la vida. En los ayuntamientos, los concejales iban solo por las mañanas y cobraban lo que un jefe de sección. Estuvo prohibido que nadie cobrara por más de un cargo. Se acabó la coña esa de poner traductores de catalán, bable y castúo en todas partes. Los viejos tuvieron que viajar por su cuenta. Los niños tuvieron que aprender a leer y escibir en libros y cuadernos, no en la pantalla de los ordenadores. Se suprimieron las subvenciones al "colectivo de gays y lesbianas por la paz, el desarrollo de la igualdad, el bienestar de los pueblos deprimidos y el diálogo de civilaciones", que era la oenege que más cobraba porque era la que tenía el nombre más largo. Se prohibió terminantemente que ninguna administración editara revistas ni obras de Miguel Hernández ni de José María Pemán, de nadie, vaya. Se cerró la espita para los sindicatos y otros interlocutores sociales. Se clausuraron ciento dos facultades o departamentos que no tenían alumnos y a ellos se les dieron becas para que fueran a estudiar a otra parte. Se suprimió la red de oficinas de todo bicho viviente en el extranjero. Se borró del diccionario la palabra "subvención". Se bajaron los sueldos de los políticos y altos cargos, no en porcentaje, sino para que ninguno cobrara más que cualqier funcionario del cuerpo A. En fin, hija, que aquello fue el paraíso en la tierra.
¿El paraíso la crisis, abuelo, con cinco millones y medio de parados que he leído que llegó a haber?
Esa es la parte dramática de la historia, hija, lo insoportable. Que si no hubiera sido por eso, yo te diría que la crisis aquella fue un tiempo "higiénico".
Otro día me cuentas lo del paro, abuelo, que esta tarde he quedado.
¿Que has quedado? ¿Se puede saber con quién has quedado?
¡Ay, abuelo, siempre tan preguntón! Con una amiga que trabaja en el Observatorio para la Igualdad de Género, Número y Caso.
Me tranquilizas, hija. Veo que todo ha vuelto a ser normal.
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