Chile1 - España 2
La tarde de ayer fue tensa para Lesmes. Había ido a Pradosegar para ver por sí mismo la última hazaña del antiguo cacique. Aquel que en otros tiempos había robado impunemente el toro de la Diputación como un Hércules chulo que contara con el permiso del rey Minos, volvía años más tarde por sus fueros y desviaba las aguas purísimas del río de Los Tejos para regar sus propios campos, así, con lo que hay que tener si se es cacique, con dos cojones, como siempre han actuado los héroes de la mitología.
A la vuelta de Creta, a eso de las siete y media, la carretera era un pista de carreras en sentido contrario. Se notaba que los españoles en trance de fin de semana circulaban alocadamente para llegar al pueblo, con el tiempo justo de abrir la casa, enchufar la luz y repantingarse ante el televisor (cerveza y panchitos) para participar en la batalla de chilenos contra españoles. Lesmes había calculado bien y por eso iba sin prisa. Llegaría a Ávila a las ocho, con tiempo de asomarse a El Chico y echarle un vistazo al palenque (solo por el gusto de ver la bulla en la que no iba a participar). Subiría a casa contando los escalones, como siempre, y se sentaría a ver el partido con esa peculiar manera suya de enfrentarse a los acontecimientos trascendentales, sin pasión alguna, ya sea la comparecencia del ministro Blanco para advertir de que no se crucen las vías o el desfile del orgullo gay. Se sentaría con la televisión y el sonido de la radio y ¡hala!, a filosofar. Porque a Lesmes, desde que se jubiló y no ha vuelto a dar clase, le ha dado por filosofar todo el tiempo.
Lesmes ya no tiene bien la cabeza y ve el mundo desde la vieja tarima. Los mapuches de Lautaro y Caupolicán se enfrentaban a los españoles de Hurtado de Mendoza en la lejana Sudáfrica. La antigua toqui Michelle Bachelet asistía con las amigas para presenciar y animar a sus araucanos, y los extremeños (porque ya se sabe que todos los conquistadores españoles, incluido Rodríguez Ibarra, eran extremeños) estaban comandados por Manoloeldelbombo, un gordo pelmazo que los conquistadores siempre llevan a las batallas para desmoralizar al enemigo. He dicho, creo, que Lesmes el pobre ya no anda bien de la cebeza: está medio enamorado de la Michelle, porque dice que ha descubierto en ella la mezcla de poder y cariño maternal que le pone. Y además se acuerda del soneto aquel de Rubén Darío que explicaba a sus alumnos, sobre Caupolicán: “Es algo formidable que vio la vieja raza: / robusto tronco de árbol al hombro de un campeón”. Y claro, a Lesmes se le va la cabeza una vez más y se pone de parte de Chile. Pero la tragedia de Lesmes cuando le pasan estas cosas es que no puede expresarlas porque le llamarían antipatriota y eso ya se lo ha oído él a la Pajín a propósito de algo y le ha sonado muy feo.
Así que Lesmes se metió en la cama a eso de las once rumiando con alguna tristeza la derrota de Bachellet. Todavía le queda la esperanza de ver a los araucanos enfrentados a los extremeños en la final y desquitándose de esta humillante derrota de los suyos: o sea, de los de Bachellet... o de los extremeños... no sabe muy bien, pero el lío mental le sirve para dormirse.
Lesmes es un español educado y convencido de que el futuro está en el diálogo de civilaciones.
1 comentarios:
Lesmes, ¿se puede dialogar con unos tíos como los que nos describían cada acción de La Roja (yo escuchaba el sonido directo, porque la radio me anunciaba los goles antes de que Villa moviera el tobillo)? Que si un "araucano" intentaba desmarcarse, estaba haciendo algo pecaminoso, y si Pedrito no pudo hacer gol, bueno, hay muchas otras oportunidades, Pedrito, que para eso somos los grandes, etcétera. Que ganen los mejores, bien, pero que se nos haga creer a los de las dos orillas que los "indios americanos" no tienen ese derecho... ¿No basta con que Italia y Francia -campeón y subcampeón mundial- no pasen ni siquiera a octavos?
Estoy contigo, Lesmes, hay que filosofar, o dialogar, o como diga ZP (si es que aún le queda algo por decir), pero dispuestos a escuchar a los mapuches, araucanos, patagones, mayas, o lo que sea.
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