domingo, 25 de marzo de 2012

Carta a Benedicto XVI



La Catedral de La Habana (Foto de M. Anias)
Santidad:
Va a encontrarse usted en Cuba con un pueblo entusiasta que lo va a aclamar con la misma fuerza que en el pasado reciente al Comandante un Primero de Mayo, a Silvio o a Sabina en un concierto, a la Virgen de la Caridad del Cobre en su paseo por la Isla hace unos meses, o a Chaves cada vez que viaja a darle un toque a su cáncer bolivariano. Así que no se deje seducir con la idea que sus curiales le soplarán al oído de que la fe está allí muy arraigada o de que el campo está dispuesto para la sementera. Cuba está esperando la siembra, es cierto, pero de muchas semillas: la siembra primera, la que puede llegarle del levantamiento ¡de una vez por todas! del bloqueo impuesto por el vecino del Norte, arrogante y humillado desde hace décadas por este pequeño país que se le ha enquistado como un forúnculo. Y luego están las otras siembras: la libertad de expresión y de acceso a Internet, para que no tengan que bostezar cada mañana con Granma, o por la tarde con la Mesa Redonda de la tele, conductora y escasamente informativa (ellos quieren aburrirse con más periódicos, como nosotros); la libertad de entrar y salir, sin tener que inventar estrategias muchas veces suicidas; la libertad, en fin.
Le van a recibir con entusiasmo y bulla porque la maquinaria del Estado así lo ha dispuesto, pero no se confunda. Es la misma maquinaria que convoca a través de sus CDR (comités de defensa de la Revolución) a los grupos de repudio para apedrear y destrozar la casa del disidente –su único refugio−, insultar a las Damas de Blanco que piden la liberación de los presos de opinión, y dar respuesta rápida a cualquiera que grite algo inconveniente mientras espera al camello que le lleve al Cerro. Y lo que es peor: entre quienes lo aclamarán a usted, estarán también los mismos que participan en esos “actos patrióticos contra el imperialismo yanqui”.
Que no se me olvide, Santidad. Lo mismo que ha hecho usted con el marxismo en México –condenarlo− esperamos muchos católicos de segunda o tercera fila, decepcionados, que haga en Cuba con el neoliberalismo y el capitalismo feroz, a ver si consigue que se nos borre de una vez por todas aquella lamentable imagen de su predecesor amonestando a Ernesto Cardenal, postrado de rodillas y recibiendo en público el sermón pronunciado con la ira de Dios.
Lo que más me gusta de su visita, Santidad, es que va a ser un respiro para los cubanos. Lo necesitan para seguir con el día a día que ellos llaman “la lucha”.

1 comentarios:

La Flaca dijo...

Para muchos cubanos la visita de Benedicto XVI es, escasamente, un par de días de descanso que tendrán en La Habana y Santiago; para otros, ver al Papa "en persona", aunque estén como de aquí al Cuzco de la tribuna; para otros, alzar al cielo una oración por los que han muerto esperando, siempre esperando, a ver si el año que viene... Y para otros muchos, la emoción de tener en su tierra al representante de Dios en la misma. Para mí, un día como otro cualquiera, porque a la mañana siguiente, todos seguiremos -yo también- en el mismo sitio. Ya lo verán.

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