Ya sé leer
La abuela está enseñando a la nieta a leer. Le llevo un cuento de El patito feo, en una preciosa edición de Bruño de hace ya unos años, y ella me invita a entrar en su habitación, lejos de los demás, aislada conmigo para que pueda aplaudirle sus progresos, tú no, mamá, yo sola con el abuelo, y la madre se retira algo contrariada aunque comprende que la niña quiere protagonizar una sesión privada. Entro y me siento en una silla diminuta para ponerme a su altura, esperando que voy a encontrarme con el balbuceo de un párvulo, el… pa… ti… to… na… da… ba…, pero ¡qué va! La nieta recorre su vista por la frase, apenas se le oye un rumor tenue que es poco más que el pensamiento y luego, 'de corrido' –como nos ordenaba don Gaudencio cuando entonces− y mirándome a los ojos recita el patito nadaba por el estanque detrás de mamá pata… Veo en su carita la satisfacción de quien está descubriendo el mundo a través de la lectura y comprueba que tantos signos en la calle, en los carteles y en los libros la están esperando para que ella despliegue la magia que descifra el significado. La vieja teoría del signo lingüístico de Saussure se hace realidad amable en el ejercicio de esta niña de cuatro años que se autoevalúa con una sonrisa abierta, triunfal, al margen del protocolario progresa adecuadamente que le pondrá la seño. ¡Ojalá le dure el entusiasmo! y no naufrague en la galaxia de ciberpasmados® que se pasan la vida absortos en sus pantallitas.
1 comentarios:
Cuantos cuentos y libros infantiles compré para que mis hijos se aficionasen a la lectura y pudiesen disfrutar de la biblioteca que su padre y yo desde jovencitos habiamos ido haciendo...
Ahora son ya mayores y como bien dices naufragos en la galaxia de ciberpasmados y lo peor es que sin ganas de que les salven.
Una decepción más en esta vida.
Gracias por poder disfrutar de tu blog.
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