miércoles, 10 de octubre de 2012

Francisco Secadas

Hace un mes que el profesor Francisco Secadas ha muerto. En los últimos años, casi ciego si no del todo, se aferraba al brazo de los amigos, que eran muchos, y aprovechaba para hacer más patente su devoción por ellos. Conocí a Secadas en los años 70, cuando era catedrático en Valencia, en cursos de formación del profesorado que programaba la Institución SEK para nosotros, sus profesores. Alguna vez me alojó en su caasa de El Saler, con ocasión de dar a conocer allí los nuevos títulos de la editorial Didascalia para BUP. Recuerdo un amanecer frente al Mediterráneo tras el ventanal de un  salón sin amueblar, con toda la luz dorada del sol naciente cegándonos.


No era un psicólogo al uso. Una lección suya contenía un tercio del discurso de cualquier otro ponente porque elegía las palabras de forma germánica y administraba los silencios entre las partes  como si se tratara de un sorbete de limón entre el pescado y la carne. Algunos lo consideraban “un pesado”, pero yo envidiaba su habilidad para dar con el término científico, único, y dejar el concepto impecablemente expuesto. Cada vez que tengo que hablar en público (asunto que siempre me inquieta), lo invoco y me ayuda el recuerdo de aquellas conferencias. Las escalas para el estudio del comportamiento infantil y los estudios sobre el análisis transaccional han dejado publicaciones que no se quedan en la teoría: ahí están sus quince títulos de carácter práctico en el catálogo de CEPE, entre otros muchos.
 
http://www.editorialcepe.es/search.php?orderby=position&orderway=desc&search_query=secadas&submit_search

Era un gran científico, un excelente psicólogo de los que no salen en televisión, seguramente porque estaba fuera de ritmo. Y era un buen amigo de cualquiera que se acercara a él. Descanse en paz.

 

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