El escribano de Muñotello (I)
En el medio
siglo largo que va de los años 1741 a 1808 se documentan en Muñotello (Ávila)
al menos tres escribanos reales y del Número de los cuales nos han llegado noticias: Julián Jiménez (1741 – 1742),
Marcelo Hernández de Martín (1753 – 1761) y Cayetano Alonso Pacheco (1794 –
1808). Los escribanos eran los notarios de ahora. Ante ellos pasaban escrituras
de compraventa, de arrendamiento, testamentos, contratos de todo tipo que
escribían en papel sellado y a final del año encuadernaban en sus voluminosos
legajos. A nuestra librería de CALDEANDRÍN han llegado cinco de estos
protocolos. Su examen me ha proporcionado muchas referencias de lugares y personajes
de los pueblos de la comarca: no solo Muñotello, sino también de Pradosegar, Amavida,
Muñana, Poveda, Cepeda de la Mora, La Hija de Dios, Mengamuñoz, etc.; y de
despoblados y lugares como El Risco e Izquierdos. Me ha interesado
especialmente Pradosegar para comprobar que los topónimos de los siglos XVIII y
XIX siguen vivos, más que los apellidos, algunos de los cuales han ido
desapareciendo. Me propongo dar noticia en este artículo y otros que vendrán
después de quienes nos han precedido en
el dominio de prados, tierras de siembra, huertos y casas. Tal vez algún lector
encuentre en ellos a un antepasado o alguien relacionado con su familia.
Allá vamos.
Es la mañana del 16 de marzo de 1795, reinando en España Carlos IV, aficionado
a la caza y a hacer calceta. Todavía hace frío para andar por los caminos tan
temprano. Domingo, que vive en Poveda, ha bajado montando su burro hasta
Pradosegar para buscar a Antonio. Van a ir juntos a Muñotello porque han
acordado el pasado septiembre la compraventa de dos “cachejos” (habría dicho Antonio para restarle importancia a la operación) que quiere comprar con los
ahorros del "estajo" de los tres años pasados. Saben que a don Cayetano, el
escribano, no le gusta escriturar después de las once, así que habrá que
madrugar. Vedlos ahí, en sendos borricos, por el camino de Muñotello,
dispuestos a confirmar la compraventa. Después, a la vuelta, han acordado convidarse
en la taberna.
Escritura de venta real que otorga Domingo
Gómez, vecino de Poveda, en favor de Antonio Hernández Vaquero, vecino de
Pradosegar.
… media huebra de tierra al sitio del
Zerbunal, término de Pradosegar, que linda por solano [Este] con tierra de
Manuel Rosado, vecino de Pradosegar; por cierzo [Norte] con tierra de Gerónimo Ximénez, vecino de
Poveda; por ábrego [Sur] cerrada de la Capellanía, que agora goza don Ignacio
Hernández Lago; y por gallego [Oeste] con tierra de la iglesia de dicho Pradosegar.
Y otra media huebra de tierra al sitio del Toscal [sic], término del prenotado
Pradosegar, que linda por solano con tierra de Andrea Ximénez, vecina de dicho
Pradosegar; por cierzo con tierra de Félix Rejón, de la misma vecindad; por
Gallego con tierra de Santos Barroso, vecino de Amavida; y por ábrego con
tierra de Bartolomé Sánchez, vecino del lugar de Poveda… las aseguro y vendo en
precio y cuantía de 200 reales de vellón y siete fanegas de centeno, que cada
fanega estimo en 30 reales de vellón… [No firman por no saber]
Don Cayetano tiene siempre dispuestos a dos
testigos para el caso frecuente de que los sujetos no sepan firmar; así que Antonio
y Domingo han puesto una cruz al pie del documento y se han dado la mano en
señal de acuerdo. Antonio Vaquero ha pagado los veinte maravedises del papel
sellado más los dos reales del asiento con una parte de lo que le han pagado por la venta de
una carga de patatas que llevó a Villascastín el pasado otoño; porque los
doscientos reales ya se los había pagado en Poveda a Domingo Gómez un mes antes por San Blas.
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