Todavía alguien me para en la calle, oye, ¿ya no escribes en
Diario de Ávila la columna? Siempre
he procurado no hacer sangre de aquello, no, es que verás, el director nuevo,
la nueva etapa, ha decidido, en fin… El caso es que han transcurrido tres años
desde mi último artículo. El caso es que fui apeado de la columna en la que llevaba encaramado seis años (con muchos lectores, lo sé) porque el director
consideró inaceptable un artículo que ahora reproduzco. El caso es que me quedó un buen
recuerdo de los redactores del periódico, buenos periodistas, amigos algunos a
pesar de vetos personales impuestos, me consta aunque no lo confiesen. El caso
es que nunca he soportado la censura, así que he decidido publicar aquí
aquel artículo, que formaba parte de una serie de ‘tarjetas’ que estaba preparando
para la posible aparición posterior de un libro que iba a titularse, a la
antigua, Los avileses pintados por sí
mismos. A lo mejor, todavía me animo.
Tarjeta de cronista
López de Ayala, Gonzalo de Ayora, Mesonero Romanos,
Foronda, Ruiz Ayúcar, Teófanes Egido… Durante años estos nombres le habían
perseguido en sueños. Él deseaba ser cronista, cronista de lo que fuera: del
reino, del régimen, de la ciudad; en cualquier caso, de sí mismo. Para eso
llevaba años guardando recortes de prensa en los que se le citaba, subrayando
en ellos su nombre como si tuviera miedo de perderse a sí mismo entre tantas
palabras, almacenando información en torno a su persona para tirar de ella
cuando llegara la ocasión.
Se preparó a conciencia.
Buscó un estilo de redacción barroco, fundamentado en la acumulación, que
respondiera al caos precipitado de un pensamiento, el suyo, ansioso por no
perder nada, por decirlo todo aunque no viniera a cuento. Llegó a batir marcas
construyendo oraciones cada vez más extensas, plagadas de aposiciones,
gerundios mostrencos y expresiones ditirámbicas, porque había interpretado que
ser un buen cronista, más que ser un historiador de lo presente, consistía en
ser un halagador eficaz. Si hubiera llegado a saber que en Andalucía existe la
figura del ‘agradador’ de señoritos, se habría presentado a alguna vacante.
Asignatura fundamental de
su currículum fue el zascandileo, el dejarse ver allá donde hubiera un grupo de
paisanos en trance de reunión: demostración sindical, feria del campo, recital,
ofrenda floral, recepción, presentación de libro, congreso, simposio. A fuerza
de dejarse ver, hacerse oír, repartir tarjetas y prodigar abrazos, llegó a ser
imprescindible. La gente lo echaba de menos si faltaba. Y si alguien no le
conocía, los demás lo ponían enseguida en pista: “Sí, hombre, es Fulano, que
ahora está de… bueno, está de algo”. Porque Fulano nunca había sido nada ni nadie,
pero siempre había estado de algo.
Así que cuando le llegó ese
tiempo en que algunos sienten que empiezan a faltarles las fuerzas para seguir
asidos a la cornisa de su propia arquitectura, los convenció a todos de que él
podía ser el cronista que andaban buscando, el que podía dar brillo y esplendor
a los cuarteles del escudo, el factor de renovación de la cultura, de la
poesía, de las bellas artes. Y ellos, de pocas luces pero listos para olfatear
la voluntad de servidumbre de los demás, lo nombraron cronista sin advertir que
habían caído en la trampa dejándose envolver en la tela de araña pegajosa de su
palabrería y haciendo realidad el sueño de toda una vida.
Así fue como consiguió el cargazo de cronista tu
tío, que lo sepas, así que vete aplicando desde ahora, que se trata de una
carrera larga que exige paciencia y mucha preparación. Comienza por la
redacción y abandona de una vez ese estilo medio ascético, pásate a Ricardo
León. Adopta el papel de saberlo todo, de haber estado allí aquel año, de poseer
el control sobre personajes y acontecimientos. Si es necesario, invéntate las
anécdotas, que nadie va a ir a comprobarlas. Y practica el halago, no te dé
reparo, no te quedes corto en eso. Ah, y muy importante: déjate ver, hazte
presente en cualquier parte y siempre, identifícate con el cronografiado hasta
que consigas que te identifiquen con él, hasta que te confundan con el rey niño
en su cimorro.
4 comentarios:
Mítica columna, Jesús.
Un beso,
K
Estupendo articulo Jesús. ¿Que tiene de peligroso? Es una pena que el director de ese medio sea tan mediocre para no aceptar un buen articulo que daba a su medio la desconocida pluralidad que le hace falta.
Aprovecho para proponer a tus lectores que firmen unas peticiones públicas justas para animar a la ciudadanía a que sea critica y participativa contra los abusos de los pésimos gobernantes que tenemos en nuestra tierra:
http://www.change.org/es/peticiones/contra-los-macroconciertos-y-en-favor-del-parque-natural-de-gredos-espa%C3%B1a
http://www.change.org/es/peticiones/no-al-transformador-en-calzada-vieja
Muchas gracias por anticipado y animo con tu gran labor.
Luis del Monte.
Debería llegar el momento en que muchos de aquí y de allá te pidamos que publiques la tarjeta de..., con la de ellos que han arraigado y los que están retoñando en estos tiempos. ¡Es que las crisis dan para mucho! Ya lo dijo Vargas Llosa hace poco: Estos son tiempos para ponerse a escribir. ¡Mira que son inspiradores estos tiempos!
¿La censura no vendría impuesta porque es un retrato perfecto de un cronista que, a la vez que colabora con columna en ese diario, deja su rastro servil y presencia continua y bobalicona en todo acto que se suceda, allá por tierras de la moraña?
Tal vez si o tal vez no, porque retrata a tantos....
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