Vargas Llosa no quiere ir al Instituto
Lesmes Andueza ha pasado la semana en ascuas. La posibilidad de que Vargas Llosa, su novelista de cabecera, pudiera aceptar el regalito envenenado que le ofrecía Rajoy lo ha tenido desvelado, mira que no puede ser, Mario, maestro, que te van a usar de florero, que tú no los conoces, da igual que sean los unos o los otros, ellos van a lo suyo y lo del Instituto Cervantes no es más que un trofeo con el que van a exhibirte y, además, Mario, para qué quieres tú meterte en líos ahora que empiezas a reponerte de la resaca del Nobel.

Lesmes Andueza tiene anotados a lápiz, en los márgenes, todos los libros del maestro; así que podría escribir un ensayo sobre estilo con poco esfuerzo. Cuando salió la noticia del regalo de Rajoy, volvió sobre El sueño del celta y repasó las cuarenta y tantas notas que fue registrando en la lectura de diciembre de 2010, algunas de ellas a propósito de lo que le parecieron fallos que podían deberse a la precipitación de la editorial por publicar algo importante del nuevo Nobel, como aceptes, Mario, te juro que lo saco y mira que no quisiera ponerte en evidencia, no me obligues, por favor.
Así que esta mañana, cuando ha oído en la radio que el novelista le ha escrito una carta a Rajoy excusándose y después ha visto en la tele a Soraya poniendo carita de sobrina contrariada, Lesmes Andueza ha respirado y ha vuelto a creer firmemente en la rabiosa independencia del intelectual, ahora que casi ninguno vive fuera del establishment, o sea, del establo.
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